Translate

jueves, 1 de mayo de 2014

Chelsea 1-3 Atlético




40 años es mucho tiempo. Muchas alegrías, muchas decepciones, alguna alegría y alguna tristeza. Mucho tiempo ha pasado desde la final de Bruselas de 1974. Pero se acabó. El Atlético ha vuelto. Y ha vuelto a lo grande. A lo enterno. Y es que el conjunto rojiblanco ha dado en Stamford Bridge una lección de fútbol, intensidad y emoción. 

No hubo trolebús en Stamford Bridge. Pero el partido continuó la batalla del Calderón como si la semana que ha pasado desde entonces solo fuese un mero tiempo muerto. Faltas en el centro del campo, intentos de balones al área buscando lo imbuscable y, tensión, muchísima tensión. Ya con Eden Hazard en el equipo blue, el Chelsea es otra historia. Es el mismo equipo ogro, difícil de ver, mucho más aritmético que creativo, pero que cuando se juntan sus futbolistas más incisivos en ataque, es un conjunto temible. Esa mezcla de brasileños europeizados con europeos adaptados al juego del fútbol inglés le esta funcionando a las mil maravillas al técnico luso. 

De esta manera se cocinó el primer tanto del partido. Willian, mediapunta brasileño forjado en el frío ucraniano, se deshizo como lo hacía en su Ribeirão Pires natal, con un regate circular que dejó sentados a dos rivales, y de su regate se aprovechó nuestro Azpilicueta para colocar un envío raso y potente a la zona en la que aparecen los grandes delanteros centro. Y, cómo no, por allí estaba Fernando Torres. El delantero madrileño, con un disparo potente y raso, superó a Courtois y elevó a la gloria a la parroquia blue. El gol era un premio de oro al balance blue tras los minutos disputados en esta eliminatoria. Y el premio para el delantero exrojiblanco, que por supuesto, no lo celebró. Aunque hubiese dado igual. Porque Fernando Torres es el Atlético. 

Y así, sin casi tiempo para digerir que el sueño se acabó, el Atlético comenzó a tocar el balón, a moverlo de un lado para otro en un intento de dormir a la siempre despierta zaga del conjunto londinense. Y lo consiguió. El balón fue a parar a un Juanfran disfrazado de huracán y el de Crevillente colocó el esférico en la espinillera del héroe inesperado de la noche: Adrián López. Gol del empate, eliminatoria a su favor y final de la primera parte. Todo pintaba bien.

Y mejor que pintó en la segunda. El Atlético salió dispuesto a matar el partido con su intensidad ofensiva habitual y lo consiguió por la vía rápida. Hay muchas ganas en las filas rojiblancas de poner justicia en la historia al cruel gol de Schwarzenbeck. Y así, otro de los inesperados invitados a esta histórica noche, Samuel Eto’o cometía un penalti innecesario que premió la mejor predisposición ofensiva del conjunto rojiblanco.

Diego Costa, ocho goles en ocho partidos y máximo goleador en la historia del Atlético en la Liga de Campeones, se encargó se ajusticiar a Schwarzer, eso sí, no sin antes increpar a los zagueros blue con pérdida de tiempo a la hora de ejecutar el lanzamiento. El 1-2 noqueó definitivamente a los pupilos de José Mourinho, que en ninguno momento pudo contrarrestar la propuesta rojiblanca en Stamford Bridge.

Solo quedaba poner la puntilla. Porque un partido así, histórico como este, no es lo mismo sin un último gol de esos que silencian a todo un campo. Y qué mejor futbolista que el nuevo dios rojiblanco, Arda Turan. El mediapunta otomano llegó intrépido al segundo palo para cabecear al poste y después recoger su rechazo y batir al portero australiano a portería vacía. 

De esta manera, el Atlético alcanza otra final pero no será un envite cualquiera sino la primera final en la que se vean las caras dos equipos de la misma ciudad. Pero eso ya será otra historia. El domingo el conjunto rojiblanco disputará otro tipo de final, ante el Levante en la lucha por la Liga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario