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miércoles, 15 de mayo de 2013

Benfica se enfrenta en Ámsterdam a su maldición




El Benfica saltará este miércoles al césped del Amsterdam Arena con la necesidad de conseguir otro título europeo para sus vitrinas. Un palmarés que con el tiempo ha ido engordando con títulos domésticos pero al que falta el lustre de los galardones internacionales que acompañen a las dos viejas 'orejonas' que convirtieron a los lisboetas en los dominadores del continente.

La principal preocupación en muchos seguidores benfiquistas para conseguir esta Europa League no va a estar en ninguna de las estrellas del Chelsea ni siquiera en la táctica que haya pensado Rafa Benítez. Los aficionados encarnados temen a su propia historia, personificada en la 'maldición de Guttmann' que lleva privando al 'Glorioso' de recuperar su trono.

El entrenador húngaro Bela Guttmann llegó al Benfica en 1959 procedente del Porto tras una exitosa y variada carrera que le había conducido por distintos países. En la primera temporada como técnico del conjunto de las águilas se adjudicaba una Liga que avalaba su cartel de estratega y que facilitaba el pasaporte para la gran competición europea. 

En 1960, el Benfica participaba por segunda vez en la Copa de Europa. Un torneo donde el intratable Real Madrid -acumulaba cinco entorchados consecutivos- caía en octavos de final ante un Barcelona que accedía posteriormente a la final para enfrentarse al equipo de Guttmann. El encuentro celebrado en Berna tuvo unos inesperados protagonistas en los postes que terminaron aliándose de manera milagrosa con los benfiquistas -cuatro veces golpearon el balón los futbolistas culés en la madera-. De este afortunado modo, el Benfica relevaba a los blancos como reyes de Europa.
 
Este éxito deportivo se sumaba al del debut de Eusebio, un prometedor jugador procedente de Mozambique que ofrecía la consistencia de un referente que asumía los galones en el campo. Con la 'perla negra' y Guttmann en el banquillo, el Benfica disputaba su segunda final europea tras una meritoria campaña. El rival era el Real Madrid, lo cual suponía enfrentar a los únicos campeones del torneo. El duelo se celebró en Ámsterdam con triunfo portugués por 5-3, dos de los tantos llevaron la firma de Eusebio. 

La hegemonía futbolística del continente estaba en manos del Benfica, era el rival a batir y Guttmann creyó que era el momento de pedir un merecido aumento de sueldo. La entidad encarnada lo desestimó; el míster húngaro dejó su cargo y una lapidaria frase: "sin mi, el equipo no ganará un título europeo".

Aquella sentencia se cumplió. El Benfica lleva sin ganar un título europeo desde 1962. Son 51 años en los cuales los encarnados han disputado cinco finales de Copa de Europa y una de Copa de la UEFA con idéntico resultado, el de ocupar el segundo cajón. En Portugal, su supremacía es incuestionable y desde la marcha de Guttmann una veintena de Ligas y más de una decena de Taças decoran la sala de trofeos del Estadio da Luz. 

Pero en Europa es diferente. La última ocasión en la que el 'Glorioso' accedió a una final fue en 1990 -ante el Milan- en Viena, la ciudad donde está enterrado Guttmann. Una delegación del club, entre ellos el mítico Eusebio, dejaron flores y una gran muestra de respeto en la tumba del entrenador con el objetivo de acabar con un maleficio que continúa y que ahora llega a Ámsterdam, el lugar donde Guttmann les convirtió por última vez en campeones europeos. ¿Acabará la maldición? Este miércoles lo averiguaremos.

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